Escogemos el árbol de té porque presenta propiedades antisépticas. Originario de Australia, se destilan las hojas de la planta. Es uno de los aceites esenciales más versátiles para todas las afecciones bacterianas y virales, así como un gran antiparasitario y antimicótico, cualquiera que sea la localización. Antiinfeccioso polivalente, antibacteriano "de amplio espectro", es activo frente a un gran número de microbios, virus, parásitos y hongos. Por todo esto, aunque su aroma no entusiasme a algunas personas, es uno de los aceites esenciales de elección cuando queremos "limpiar" el ambiente en época de epidemias contagiosas, en lugares donde habitualmente acuden enfermos y para aplicar tratamientos desinfectantes: antiácaros, antipulgas... en las habitaciones, colchones, alfombras...
La esencia de limón tiene también propiedades antisépticas, además de aportar un toque aromático de
frescura, limpieza, un aire renovado y de luz al entorno en el que lo difundimos. Es un clásico en la difusión atmosférica en invierno y en lugares frecuentados por pacientes con infecciones. Aromáticamente suele ser agradable para la mayoría por lo que podemos escogerlo para su uso en centros, clínicas, escuelas, residencias de ancianos, guarderías... con el valor añadido del efecto antiséptico.
Para elaborarlo necesitamos una botella tipo spray o pulverizador. Por cada 100 ml. de agua ponemos 100 gotas de la mezcla de aceites esenciales. Habitualmente incorporo 40 gotas de árbol de té y 60 gotas de esencia de limón. Los aceites esenciales no son solubles en el agua y quedarán (habitualmente) flotando sobre la superficie del agua, por lo que antes de pulverizar, agitaremos vigorosamente. Podemos pulverizar las zonas escogidas: habitación, cojines, almohadones... con este spray una vez al día.
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