martes, 2 de agosto de 2016

Lavanda fina, lavandula angustifolia

La lavanda, uno de los aceites esenciales que me traigo en mis recuerdos olfativos del viaje a Francia. La lavanda, lavandula angustifolia, pertenece a la familia de las lamiáceas y también se le conoce como lavanda verdadera y lavanda oficial. Es uno de los más versátiles y de los que casi todos conocemos al inicio de nuestro contacto con la aromaterapia. Su aceite esencial es claro o transparente y su olor suave y floral. 


De la lavanda, se destilan las sumidas floridas. Tras la destilación, destacan los principios activos: ésteres (acetato de linalilo 35-50%, acetato de lavandulilo), monoterpenoles (linalol 30-40%, terpineno 1,4-ol), monoterpenos (trans-beta-ocimeno 4%), sesquiterpenos 5-10% (beta-cariofileno). Originaria del sur de Francia, la  Provenza, suele crecer alrededor de los 800-1.800 metros. Se distingue del espliego macho, lavande aspic, porque sus hojas son más linales, relativamente más cortas (5-6 cm.) y sin ramificaciones. 

El lavandín, lavandula x burnatii, es un híbrido que resulta del cruce entre la lavanda y el espliego; es estéril, se reproduce por esquejes y sólo se encuentra en estado salvaje. Además, las plantas de lavandín son más grandes y en “bola” – son rigurosamente idénticas por ser híbridas -. El lavandín es más voluminoso y productivo que la lavanda y crece a todas las altitudes (a nivel del mar y a más de 900 m.). Se cultiva sobre todo en praderas y hasta los 600 metros de altitud. Representa el 60% de las superficies y del volumen producido, y se destina principalmente a la perfumería funcional:jabones y detergentes. El tallo del lavandín es más largo que el de la lavanda (60-80 cm), la espiga más grande y puntiaguda, y el color más violeta; además, se caracteriza por la presencia de dos espiguillas laterales, situadas abajo. Por otra parte, el lavandín crece de forma irregular y compone paisajes ondulados que cubren las colinas con su azul uniforme.

La lavanda tiene un tallo pequeño (30-40 cm) y una espiga más pequeña que el lavandín, y de color “lavanda”. En cuanto al paisaje, la lavanda ofrece una silueta menos regular, con colores más variados. La lavanda se cultiva básicamente para obtener aceite esencial, su perfume es fresco y vivo y es muy apreciado por los perfumistas y los fabricantes de cosméticos.

Las cosechas tienen lugar en pleno verano, entre el 15 de julio y el 15 de agosto, dependiendo de las condiciones climáticas, las variedades y la altitud. Se suele realizar cuando la superficie llega al 75% de la floración media.

Las cosechas son una ocasión para los pueblos provenzales para hacer fiestas y homenajear a la lavanda: el Corso(desfile) de la Lavande de Valreas, a principios de agosto; la Fiesta de la lavanda de Sault, el 15 de agosto; la Fiesta de la lavanda de Ferrassières, el primer domingo de julio; Fiesta de la lavanda de Laborel, el tercer domingo de agosto;“Montelimar Couleur Lavande” a mediados de julio. También hay ferias, como la Feria de Digne-les-Bains, a finales de agosto.

La lavanda (tallos y flores) se destila por un proceso tradicional: utilizando un alambique, el vapor de agua libera la esencia, y el aceite se recoge. Para obtener un kilo de lavanda, hacen falta de 100 a 120 g., mientras que para la esencia de lavandín hacen falta 3 kg.
En la antigua Grecia, Pedanius Dioscórides, un médico, farmacólogo y botánico alababa las cualidades medicinales de la lavanda. Los griegos también usaban la lavanda como perfume. Los romanos usaban la lavanda en sus baños para lavarse, por sus cualidades de curación y antisépticas, y para alejar a los insectos. Los egipcios usaban lavanda como un ingrediente en el incienso y el perfume. La Reina Elizabeth I utilizaba lavanda como un té para tratar sus frecuentes migrañas. Shakespeare cultivaba lavanda en su jardín y hablaba de ella en sus escritos, incluyendo una receta para un té de lavanda en The Winter’s Tale (La Historia Invernal)Se cuenta que Hildegarde von Bingen, en el siglo XII, empleó la lavanda para sus dolores y molestias de hígado y pulmones, para los piojos y tener "un conocimiento puro y un espíritu puro". René-Maurice Gattefossé descubrió accidentalmente las propiedades cicatrizantes del aceite esencial de lavanda en el año 1910. 

El aceite esencial de lavanda fina es excepcional para tratar todas las situaciones de estrés, angustia o ansiedad, y todos los desequilibrios de origen nervioso: hipertensión arterial, palpitaciones, insominio o asma. Es calmante y descontracturante tanto del plano emocional como muscular, así como un destacado antiespasmódico y antiinflamatorio. Sus propiedades antiinfecciosas y también antibacterianas permiten que la lavanda sea de utilidad en otitis y sinusitis, por ejemplo. 

También tiene propiedades cicatrizantes y es eficaz en cuestiones dermatológicas como eccema, micosis, acné, cuperosis, psoriasis, dermatitis, cuperosis... El aceite de lavanda es uno de los aceites esenciales más seguros y se puede utilizar sin diluir sobre la piel, aunque es conveniente realizar siempre una prueba cutánea.

La vía olfativa y de difusión atmosférica de este aceite esencial genera un ambiente relajado y es uno de los aceites esenciales más seguros para emplear en niños pequeños. Combina muy bien con aceites esenciales relajantes como la esencia de naranja amarga, Citrus aurantium var. amara hojas; el nerolí, Citrus aurantium var. amara flores; la manzanilla romana, Anthemis nobilis; mejorana, Origanum majorana; y geranio rosa, Pelargonium x asperum. Para emplearlos, podremos hacerlo diluidos en un aceite vegetal. 

Un estudio de la Escuela de Graduados en Medicina de la Universidad de Chiba en Japón encontró que “La aromaterapia de lavanda reduce el cortisol y mejora el CFVR (reserva de velocidad del flujo coronario, por su sigla en inglés) en hombres saludables. Estos resultados sugieren que la aromaterapia de lavanda tiene efectos relajantes y puede tener efectos benéficos agudos en la circulación coronaria”.

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