No recuerdo exactamente la fuente de este texto, pero el otro día la recuperé en una conversación y ¡no está mal escuchar a nuestro cuerpo!
El resfrío se seca cuando
el cuerpo no llora.
El dolor de garganta
obstruye cuando no es posible comunicar las aflicciones.
El estómago arde
cuando las broncas no consiguen salir.
La diabetes invade
cuando la soledad duele.
El cuerpo engorda
cuando la insatisfacción aprieta.
El dolor de cabeza deprime
cuando las dudas aumentan.
El corazón desiste cuando
el sentido de la vida parece terminar.
La alergia aparece cuando
el perfeccionismo se vuelve intolerable.
Las uñas se quiebran cuando
las defensas se ven amenazadas.
El pecho se comprime cuando
el orgullo esclaviza.
El corazón se infarta
cuando sobreviene la ingratitud.
La presión sube cuando el
miedo aprisiona.
Las neurosis paralizan
cuando "el niño interno" tiraniza.
La fiebre quema cuando las
defensas derriban las fronteras de la inmunidad.
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