Citando a Lydia Bosson "ninguna otra esencia ha inspirado tantos perfumes. En Occidente, la Reina de las flores por sus cualidades ornamentales y olorosas. Se asocia a muchas divinidades femeninas como Venus, Afrodita o Lakshmi, o a mujeres veneradas como la Virgen María o Cleopatra. Simboliza el amor, la pureza y la pasión, pero también el círculo o el mandala, la presencia divina en el centro del mundo".
La Rosa de Damasco, que Occidente descubrió en las Cruzadas, es la más preciosa de todas las rosas y la más sutil. El hidrolato de rosa es conocido desde la antigüedad y desde entonces, se utiliza tanto en medicina, como en cocina o cosmética. Tiene tantos campos de aplicación que su campo de aplicación es ilimitado.
Los primeros en destilar los pétalos de rosa fueron los persas. Tocante a la esencia de rosas, se dice que fue descubierta por casualidad en Persia, con ocasión de la boda entre la princesa Nour-Djihan y el emperador Djihanguyr. Los jardines imperiales se habían rodeado de un canal lleno de rosas, y el calor del sol hizo que el aceite se separara y saliera a flote, formando una especie de espuma. Al examinar algunos esta "espuma" no tardaron en darse cuenta de su verdadera naturaleza y en dar el paso siguiente: obtener ellos mismos la esencia de rosas.
En la época del imperio persa, los guerreros adornaban con rosas sus escudos, e Ibn Khaldun cuenta que la provincia de Farnistán enviaba anualmente al tesoro de Bagdad un tributo de 30.000 botellas de agua de rosas. Existe un documento (Biblioteca Nacional de París) que acredita este hecho. A nuestra península se introdujo con la llegada del Islam durante la época de Al-Andalus y se convirtió en uno de los productos cosméticos más utilizados. El resto de la Europa cristiana descubrió sus propiedades siglos más tarde, gracias a los perfumistas franceses.