Desde hace más de 5 mil años, el incienso y otros aceites, resinas y aromas han sido imprescindibles en los rituales religiosos. Ese humo perfumado elevándose hacia el cielo ha sido un símbolo que ha acompañado a la humanidad en su espiritualidad, fuera ésta de carácter religioso o no. El Palo Santo ha estado siempre vinculado a chamanes y curanderos para tratar diversas enfermedades, por lo que con la llegada de los españoles a América, denominaron a esta madera como "madera sagrada".
El aceite esencial de Palo Santo (Bursera Graveolens) viene del árbol de Palo Santo que se encuentra en mayor cantidad en América del Sur, especialmente en Bolivia y Perú. Procede de la misma familia botánica (Burseraceae) que el incienso, pero éste último de Oriente Medio.
Como el incienso, es un aceite esencial espiritual. Su perfume es calmante y transmite una energía muy potente y especial. De hecho, purifica el ambiente del hogar y del trabajo, protege y mantiene alejados los malos espíritus o energías oscuras e induce a la meditación y a la búsqueda espiritual.