Esta semana por nuestras tierras parece que se ha notado ligeramente la llegada del otoño, tanto en una bajada de las temperaturas como en el cambio que lentamente se está produciendo en el paisaje. Incluso ha aparecido la lluvia, bendita lluvia que ayuda a a limpiar, a oxigenar, a dar vida y a alimentar a la Madre Tierra. Aunque llevamos dos meses en esta estación, ha sido ahora cuando
han empezado a caer las hojas, cuando el paisaje se está tornando más amarillo, marrón y naranja.
Desde que recuerdo, mi estación favorita ha sido la
primavera: sin el calor tan intenso del verano, pero sin la necesidad de tanto
abrigo como el invierno y pudiendo disfrutar de días más largas, de salidas al
aire libre. Pero a pesar de eso, siento los últimos otoños son diferentes. Que no son simplemente algo que tenga que
pasar.