Los aceites esenciales pueden ser incorporados en nuestro día a día en diferentes formas: tratar alguna patología, en un perfume, en el cuidado diario de nuestra salud bucal, en nuestras cremas faciales, en difusión atmosférica para favorecer un ambiente relajado... Y además, por qué no, en nuestra cocina.
Para ello, debemos asegurarnos (como siempre) de que los aceites esenciales que utilizamos son de gran calidad, naturales o biológicos y ser aptos para la ingesta oral: esto nos lo puede corroborar el quimiotipado y etiquetado correcto del aceite esencial.