viernes, 22 de septiembre de 2017

¡Bienvenido otoño!

Los largos días de verano van dejando paso a días más cortos, a temperaturas más bajas a primera hora del día y también de la tarde-noche, a otro ritmo. El ciclo de la propia Naturaleza nos ofrece las pistas para nuestro propio devenir cíclico como seres sintientes que con ella convivimos. 


El otoño, con la caída de las hojas de los árboles, nos invita a hacer preguntas como las siguientes: ¿mi camino está en la dirección correcta?, ¿en mi día a día estoy pudiendo ofrecer lo mejor de mí mism@ a través de mi trabajo, mis relaciones, mi tiempo de ocio, mi pasión...?, ¿qué son aquellas cosas que sigo cargando por rutina y no suman ya nada en mi vida?, ¿qué experiencias aún no he permitido que salgan de mí de la manera adecuada, y suponen un lastre?...


Es momento de que la Luz que se repliega del exterior, sea una Iluminación silenciosa en nuestro interior. Una conversación franca y sincera con nuestro Ser, averiguando y sintiendo profundamente todas aquellas cosas, circunstancias, experiencias, personas... que ya no tienen cabida en el curso de nuestro caminar. Igual que los árboles dejan caer suave y ligeramente sus hojas, sin pesar, sin aferrarse a ellas,... así debe ser nuestro otoño particular. Revisando aquellas "hojas" que ya no pueden acompañarnos, que no permiten que nuestro avance sea ligero, que ya aportaron todo lo beneficioso para nuestro aprendizaje. Y que ahora, sin ningún dolor, solo desde la comprensión de que debemos fluir y aprender lo que aquello nos quería decir, debemos dejar partir para que sean el abono para renacer en primavera. 

Las hojas secas, las experiencias pasadas, tienen su Belleza. Comprende que aquellas que caen, han nutrido a tu Ser durante un tiempo, y que ahora siguen formando parte de ti, pero de otra manera, sin