La importancia de los aceites esenciales no se limitaba a la familia real. Integrados en la vida diaria de la sociedad egipcia, fueron utilizados en artículos de tocador, para la curación y en la celebración de rituales, como había sido durante siglos. De hecho, el crédito por la invención de la aromaterapia pertenece a los egipcios, sobre todo a Imhotep, el arquitecto y médico de la tercera dinastía que utilizaba aceites aromáticos en masajes y en reflexología.
En la época de Hatshepsut, los egipcios consideraban una necesidad básica a los aceites perfumados para el cuerpo y elaboraron más de treinta tipos diferentes. Los aceites aromáticos eran añadidos a una base de grasa animal o aceite vegetal, como el aceite de oliva, de almendras o de sésamo; los menos pudientes utilizaban aceite de palma o aceite de castor. Las resinas aromáticas, las hierbas y las flores le provenían del perfume. Estos aceites perfumados se utilizaban en baños, en masaje, en la unción y en cosméticos.
Una práctica de sanación que se inició en Egipto fue el amor por el baño. La preocupación por la apariencia estética y por la higiene llevó a los egipcios a hacer del baño uno de los recintos más atractivos en cualquier casa refinada. Allí, las mujeres se bañaban en raros perfumes y luego usaban ungüentos en la sala de masajes contigua.
Cerca de Tebas, los arqueólogos encontraron un frasco de perfume de color turquesa con el nombre de Hatshepsut grabado en su cuello, el hallazgo más antiguo de su tipo, lo que indica que probablemente, el embotellado de perfumes se inició en su época.
El perfume formaba parte de las prácticas religiosas de Egipto y estaba relacionado con la búsqueda de su dios. En su panteón, cada dios tenía una fragancia relacionada con su persona. Por todo Egipto se encontraron recetas de aceites perfumados y de inciensos en las paredes de las habitaciones perfumadas adyacentes a los templos.
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