El mes de septiembre es especial. Tras unas semanas de descanso es momento de retomar nuestras tareas habituales, que los pequeños de la casa se reencuentren con los amigos del colegio, iniciar nuevas actividades o formaciones,... Ese regreso que para unos puede ser de alegría y de ilusión por el curso que se presenta, para algunos se hace algo más duro, quizás por las circunstancias que giran en torno a la vuelta: horarios, exigencias laborales, presión, o cualquier otro motivo.
Incluso a veces, por mucha ilusión que tengamos, parece que nuestro cuerpo no nos acompañe, que nos pide más horas de descanso, un tiempo más prolongado para ajustarse de nuevo al ritmo del curso, que nos faltan "las pilas".
Para esos casos, es muy útil que podamos contar con los aceites esenciales puesto que cuando los inhalamos, generan una reacción a través del bulbo olfatorio y de los epitelios en nuestro sistema límbico: directamente, sin filtros racionales. Con el gesto tan sencillo de oler un aceite esencial, podemos generar que nuestro cuerpo y nuestro estado de ánimo se encuentren más equilibrados, más animados, más serenos, más tranquilos... dependiendo del aceite esencial escogido.
Para el mes de septiembre, en esos casos en que podamos sentirnos con cierta añoranza de los días de vacaciones, con pocas ganas e ilusión por el día que se nos presenta o que necesitamos un "plus" de energía física, la propuesta que os hago es la siguiente:
-Abeto negro, Picea mariana. Como todos los aceites esenciales de coníferas, es un estimulante de las glándulas suprarrenales. Ejerce un efecto de "impulso" en los estados de fatiga y decaimiento, además de tener propiedades antiinfecciosas a nivel del sistema respiratorio, antiparasitarias y antiinflamatorias.
El abeto negro es una pequeña conífera, de alrededor de 15 metros de altura, típico del norte de Canadá. Los amerindios lo utilizaban en casos de escorbuto y de resfriados, así como en ungüentos y cataplasmas para dolores. En esa región existen varios tipos de abetos. De composición bioquímica similar, la principal diferencia se encuentra en el empleo a nivel energético. Mientras que el abeto negro es el más conocido, el blanco, Picea alba, el azul, Picea pungens o el rojo, Picea rubens, tienen unas propiedades antiálgicas algo superiores.
Para elaborar el aceite esencial, se hace uso de las agujas y en los principios activos destacan los monoterpenos (alfa-pineno 15%, beta-pineno 3%, canfeno 20%), ésteres (acetato de bornilo 30%), monoterpenelos (borneol), y en menor proporción óxidos y sesquiterpenos.
¿Cómo vamos a emplearlo? Vamos a diluir al 10% el aceite esencial de Picea mariana en un aceite vegetal. Y antes de salir de casa, por la mañana, lo aplicaremos si es posible a lo largo de los laterales de la columna vertebral realizando un suave masaje y también en la zona de las glándulas suprarrenales. Si no hay nadie que pueda aplicárnoslo a lo largo de la columna, nos centramos en aplicarlo nosotros mismos en la zona baja de la espalda. Podemos repetir si es necesario el masaje en esta zona, por ejemplo, al mediodía.
Además, puedes colocar una gota (si te gusta el aroma) en la zona de las muñecas y a lo largo del día, cuando así lo sientas, inhalarlo cuantas veces sea necesario. Puedes incluir también una esencia cítrica, por ejemplo de pomelo, Citrus Paradisi, para darle algo más de alegría a la sinergia. En este caso, precaución a exponer la zona donde lo apliques al sol por la fotosensibilidad.
Sería recomendable aplicar este masaje con Picea Mariana durante al menos una semana y si es necesario quince días. Si así lo requieres consulta a un especialista o aromaterapeuta si fuese recomendable revisar el tratamiento.
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