viernes, 26 de septiembre de 2014

La esencia de los niñ@s

Un post personal para un día muy especial en nuestra familia: celebramos el cumpleaños de uno de mis niñ@s. Uno de esos días en los que las emociones se mezclan y en el que los recuerdos (cómo no) vienen acompañados también de aromas y olores. 

¿Quién no recuerda el olor de su hij@ cuando era bebé, el olor de tantas horas pegados amamantándol@, el aroma de su piel recién salida del baño? Todo eso nos evoca y nos conecta con nuestro límbico, con los sentimientos que en ese momento habían en nuestro cuerpo. ¡Maravilloso! ¿verdad?

Por ello, este post hoy va dedicado a ti. A ti que al igual que tu hermano, pusiste mi mundo patas arribas, cambiando tantos paradigmas que habían en mi mente racional y dejando paso a una gran apertura de la parte más emocional que habita en mí. 



A ti que despertaste mis instintos más primitivos en el momento de acompañarte en tu nacimiento, que me hiciste disfrutar sintiendo que ya llegabas. A ti que con tu pequeño tamaño y escaso peso al nacer, hiciste que valorara cada minuto junto a ti y que dejara de lado el entorno que nos rodeaba, para solo sentirte.

A ti que hiciste que cambiara durante dos meses mi aversión al olor de los hospitales y sólo pensara que era un trámite más para tenerte lo cerca que necesitábamos los dos. A ti que hiciste que amara el recorrer los pasillos del hospital para tenerte tres horas pegadito a mi cuerpo, olvidando cables, monitores y pitidos. 

A ti que me enseñaste a sacar fortaleza para defender nuestros derechos y nuestra necesidad de contacto, que hiciste que sacara la loba que defiende su territorio y su cría aunque el entorno al inicio fuera hostil. A ti que me mostraste cuánto amor puede haber en el hecho de darte mi leche por una sonda y que me hiciste llorar cuando a las 6 semanas de nacer, te pude amamantar. 

A ti que me has permitido transformar todo el dolor e incertidumbre de tu nacimiento y de nuestros primeros meses, en un aprendizaje brutal comprendiendo que así lo escogimos y que todo lo que aprendimos ambos es una de las mayores lecciones que hemos afrontado hasta el momento. A ti que me permites mirar atrás, emocionarme y sentir que todo fue como tenía que ser, aunque en aquel momento no lo comprendiese. 

A ti que rompiste los esquemas marcados permitiéndome ver tanta Sombra para poder poco a poco ir transformándola en Luz o al menos alumbrarla un poco más. A ti que me has permitido Sanar tanto y tanto, convirtiéndote cada día en un espejo y reflejo de actitudes y cuestiones a mejorar. A ti que con nuestro inicio mamá y bebé hiciste/hicimos que llorara tanto y tanto por temor a perderte, a perder uno de los Regalos más bellos que me ha hecho la Vida. 

A ti que eres la chispa de alegría y espontaneidad de la familia y que un "Te quiero mucho mamá..." haces que cualquier cosa valga la pena y que con esos abrazos rompecostillas me haces sentir la magia del contacto físico. A ti que con tu nobleza y sinceridad muestras cómo la inocencia de l@s niñ@s es uno de los tesoros que jamás debiéramos perder. 

A ti que me has mostrado la mayor de las valentías y cómo desde el principio se puede ser una gran Maestro. A ti que decidiste/ decidimos en aquel sitio donde se escogen las Almas, que viviríamos esta experiencia de forma tan intensa, permitiéndome sentir y aprender tanto a tu lado. A ti que eres un Guerrero de Luz, mi Guerrero de Luz. Gracias por esta elección, siempre estás en mi Alma, siempre podrás contar conmigo.  

Y ¿cómo no? Los aceites esenciales también han estado presentes en nuestra Vida juntos. Hoy para ti escogería y te definiría con el aroma de la Mandarina: fresca, jovial, alegre... Esa esencia que cuando te pongo en el yogur me dices: "Pero mamá: es mandarina ¿verdad? La que me gusta es la mandarina, no la naranja". 

Un abrazo aromático pequeñ@. Gracias. 

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